¡Dios te bendiga grandemente, querido lector!
Hoy quiero invitarte a detenerte un momento y reflexionar sobre algo fundamental: el propósito con el que Dios te ha creado. En medio del ajetreo diario, las metas y los planes que hacemos para un nuevo año. A veces olvidamos que nuestra vida tiene un significado eterno, diseñado por el Creador. No somos simples pasajeros en este mundo; cada uno de nosotros fue formado con un propósito divino que le da sentido a nuestras vidas.
El versículo del día nos recuerda esta verdad de manera poderosa:
“Pues somos la obra maestra de Dios. Él nos creó de nuevo en Cristo Jesús, a fin de que hagamos las cosas buenas que preparó para nosotros tiempo atrás”. Efesios 2:10
Que estas palabras sean un aliento para tu corazón: cada acción, cada decisión y cada paso que des pueda alinearse con el plan perfecto de Dios.
El valor de un propósito divino
Un nuevo año trae planes, metas y sueños… pero lo más importante es recordar que fuimos creados con un propósito divino. Ese propósito le da sentido a nuestra vida, simplifica nuestras decisiones, enfoca nuestro caminar y nos prepara para la eternidad.
Sin propósito, podemos estar ocupados pero vacíos. Con propósito, vivimos con esperanza, dirección y plenitud. Dios mismo declara en Jeremías 29:11: “Yo sé los planes que tengo para ustedes… planes para lo bueno y no para lo malo, para darles un futuro y una esperanza.”
El propósito guía nuestras decisiones
Cuando tenemos claridad sobre para qué hemos sido llamados, nos enfocamos en lo verdaderamente importante. Sin un propósito definido, es fácil dejarse llevar por las circunstancias y tomar decisiones influenciadas por el estado de ánimo del momento.
Al encontrar nuestra misión, empezamos a priorizar lo que realmente importa, dejando de lado lo que nos distrae. Vivir con propósito simplifica nuestras vidas, permitiéndonos hacer elecciones que nos acercan a nuestra asignación divina.
Analicemos qué acciones nos ayudarán a cumplir nuestro propósito en la tierra y pongámoslas en primer lugar.
Enfocado en lo esencial
En un mundo lleno de distracciones, es común buscar encajar en diferentes lugares y aprender muchas cosas.
Aunque el aprendizaje es valioso, tener un propósito definido nos permite dirigir nuestros esfuerzos hacia lo que realmente enriquece nuestra vida.
La verdadera productividad viene de la alineación con nuestro propósito. Sin un objetivo claro, podemos sentirnos perdidos, cambiando constantemente de dirección sin lograr satisfacción.
No confundamos actividad con productividad: podemos estar ocupados sin avanzar. Es fundamental discernir nuestras prioridades y mantener el enfoque en lo que realmente importa.
Construyendo un legado eterno
Es crucial recordar que lo que construimos en esta vida no debe ser solo logros temporales. Mateo 6:19 nos advierte a no almacenar tesoros en esta tierra, donde son vulnerables a la destrucción.
En cambio, debemos esforzarnos por acumular tesoros en los cielos, donde son eternos (Mateo 6:20). Lo que hagamos aquí debe estar orientado hacia un legado eterno.
Un día, compareceremos ante el tribunal de Cristo y rendiremos cuentas de cómo vivimos.
Por eso, hoy es tiempo de preguntarnos:
¿Estoy invirtiendo mi vida en lo eterno o en lo pasajero?
Tu propósito le da sentido a tu vida. Cuando comprendas cuál es tu asignación en este mundo, comenzarás a vivir verdaderamente.
Oremos Juntos
Señor, gracias por darme un propósito eterno en Cristo. Ayúdame a enfocarme en lo que tiene valor para ti, y a dejar las distracciones de este mundo.
Que mi vida glorifique tu nombre y produzca fruto que permanezca. Gracias, Dios, por crearme para buenas obras y por darle sentido a mi vida. Amén.
Gratitud
Gracias, Dios, porque me diste identidad y valor al llamarme tu obra maestra.